Una lectura de Tarot debe enfocarse como un proceso, una manera de hacer y sentir. Una actitud que envuelve muchos aspectos inciertos, por lo que no se puede predecir. Podría asemejarse a un viaje personal.
A través de este proceso el consultante adquiere poder sobre su vida, siempre que tome conciencia del mensaje de los Arcanos y lo que resuenan en su vida. El tarólogo entonces cambia de lugar: pasa de ser la autoridad (en el plano adivinatorio) a ser el que aporta ese espacio abierto donde se desarrolla la lectura, junto con el consultante que aporta la experiencia en relación a los mensajes que intuye de los Arcanos. En este cambio de rol es importante señalar lo efectivo que es para el consultante que “el otro” le vea, le escuche, crea en él y en la posibilidad de cambio hacia un futuro mejor. Con esta nueva mirada hay un trabajo común entre tarólogo y consultante que entraña riesgos, supone que el consultante “como experto” interviene directamente en la lectura, supone que en esa experiencia conjunta cabe la posibilidad de fracaso; y también supone aceptar el riesgo como algo con lo que nacemos e imprescindible para experimentar cualquier cambio. Siguiendo con este autodenominado proceso, comprobamos como éste tiene que ver con crear nuevas maneras de relación. Se ha de partir de una confianza mutua en la tarea común y contemplando la posibilidad de probar, experimentar juntos y cambiar de planteamientos si es necesario, siempre en la búsqueda del objetivo a conseguir. Ese cambio parte de lo que ya existe. Se entra en un espacio nuevo, de búsqueda, de incertidumbre, de experimentación, de prueba; que conduce a encontrar algo nuevo, diferente a lo anterior. Supone una transformación a partir de un proceso de creación conjunta.
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Francisco BenagesTarotCoach Archivos
Noviembre 2019
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