![]() La ignorancia es la raíz del sufrimiento, según el budismo, aunque podríamos también afirmar (parafraseando a Sri Aurobindo) que la ignorancia no es más que una forma de conocimiento incompleto. El ego, en este sentido, es una forma de conocimiento incompleto de nosotros mismos ya que no se asienta en nuestra verdadera naturaleza sino únicamente en la superficie y si durante la mayor parte de nuestra vida sigue dirigiéndola no es porque resulte indispensable para ello sino porque aún no hemos descubierto nuestra naturaleza interior; el ego se debe ver como un estadio provisional del desarrollo, por eso El Loco lleva al ego tras de sí, si estuviese delante querría decir que El Loco regiría sus acciones en función de su pequeño “dictador”, en su lugar, sigue su camino siguiendo las voces de su espíritu. Una de las lecciones que nos da El Loco es que siempre estamos buscando algo a lo que aferrarnos, necesitamos una identidad para sentirnos seguros y aquellos que desean un salto cualitativo en su existencia ven, con horror, que el cambio es imposible. Nuestra naturaleza interior es básicamente perfecta. Lo imperfecto es nuestra identidad, nuestra personalidad, nuestro ego, aquello que sentimos y creemos como Yo-mismo, en suma, nuestra forma de ser; y los intentos por cambiarla no nos ayudan a liberarnos precisamente de ella porque estamos utilizando las mismas herramientas de construcción del ego para deconstruirlo. Para desenmascararnos debemos utilizar otros útiles más sutiles, expandirnos y entrar en contacto con el fundamento de nosotros mismos, es lo que John Welwood denomina “el espacio abierto del ser” , esa dimensión vacía y alerta de donde emergen las comprensiones espirituales más profundas que nos ayudan a trascender los puntos de referencia convencionales. El Loco, en cierta forma, bebe de las enseñanzas budistas, su percepción no está distorsionada por la realidad que nuestros sistemas cognitivos toman por cierta, aunque aún se encuentra en el mundo de la “apariencia ilusoria” (samsara), su visión va más allá, su conciencia se encuentra abierta a lo no conceptual y desacondicionado. El Loco nos habla de ese anhelo de conectar con la dimensión más amplia y expansiva de nuestra naturaleza. Ello se traduce en la atracción que experimentamos por los inmensos espacios abiertos de la naturaleza, de la misteriosa atracción que ejercen sobre nosotros los territorios inexplorados, el extraordinario horizonte del océano o las insondables profundidades del espacio exterior. Pero también le tenemos miedo a su falta de solidez, así que aunque a menudo anhelamos más espacio también huimos de él y nos apresuramos a llenarlo con nuestros puntos de referencia familiares. Lo que El Loco reconoce es su propia locura la cual es, desde luego, el principio de su cordura y con ella se sana, trasciende y se libera. Puede parecer una paradoja pero el Loco sabe que:”La gente cree que la iluminación es un estado en el que al fin se comprende todo; la verdad es más bien lo contrario: la iluminación es un estado en el que, al fin, ya no se comprende nada”. (S. Pániker).
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Francisco BenagesTarotCoach Archivos
Noviembre 2019
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